el corazón
viernes, 6 de diciembre de 2019
Un estudio español sobre enfermedad cardiaca, el mejor artículo científico de 2009
- El estudio desarrolló una técnica para conocer el origen del dolor torácico
Imagen del corazón. (Foto: El Mundo)
Actualizado martes 23/02/2010 13:41 (CET)
EUROPA PRESS
MADRID.- Una investigación sobre técnicas para detectar la enfermedad cardiovascular a través del dolor torácico, realizada por científicos de la Red Española de Investigación Cardiovascular (RECAVA) -perteneciente al Instituto de Salud Carlos III del Ministerio de Ciencia e Innovación-, ha sido reconocida como el mejor artículo científico de 2009 por 'The Lancet', una de las tres primeras revistas médicas del mundo por su impacto.
El trabajo premiado, que fue publicado en 'Journal of the American College of Cardiology', fue dirigido por el investigador Alberto Bouzas, miembro del equipo del profesor Alfonso Castro Beiras, jefe del Servicio de Cardiología del Complejo Hospitalario Universitario A Coruña. Consistió en probar la efectividad de una técnica alternativa para averiguar si el dolor torácico es debido o no, en cada caso, a un problema cardiovascular.
El dolor torácico es uno de los motivos de consulta más frecuentes, sobre todo en los Servicios de Urgencias, ya que la población es consciente de que puede tratarse de un síntoma guía de enfermedades potencialmente mortales, como la enfermedad coronaria.
La prueba actualmente recomendada como técnica inicial de elección en estos casos es la ergometría convencional, que consiste en 'estresar' al corazón haciendo ejercicio programado sobre una cinta rodante y registrar la posible aparición de dolor torácico y/o cambios en el electrocardiograma durante dicho ejercicio.
Los investigadores de la RECAVA valoraron la posibilidad de utilizar la ecocardiografía de ejercicio, una técnica alternativa que consiste en añadir a una ergometría convencional la posibilidad de visualizar directamente cómo se contrae el corazón durante el ejercicio mediante ecografía.
Diagnóstico precoz
Para ello, estudiaron a 4.004 pacientes, que fueron sometidos a ecocardiografía de ejercicio en cinta rodante en el Complejo Hospitalario Universitario A Coruña durante 12 años y que no desarrollaron dolor torácico ni cambios en el electrocardiograma durante la prueba.
El doctor Bouzas realiza la prueba a un paciente (Foto: Hospital A Coruña)
A pesar de ello, 669 pacientes (16,7%) presentaron un ecocardiograma de ejercicio anormal. Durante un seguimiento medio de 4,5 años, aquellos participantes con resultados anormales en la ecocardiografía de ejercicio presentaron el doble de la tasa de mortalidad y de eventos cardíacos graves (muerte cardiaca o infarto agudo de miocardio) a la que presentaron los sujetos con un ecocardiograma de ejercicio normal.
Esos pacientes no habrían podido ser detectados si la única prueba realizada hubiese sido una ergometría convencional, por lo que la ecocardiografía de ejercicio podría permitir que estos enfermos se beneficiasen antes de un manejo terapéutico más adecuado.
Por tanto, los resultados de la investigación de la RECAVA podrían modificar las guías de práctica clínica actuales, ya que avalan un mayor papel de la ecocardiografía de ejercicio en el estudio de los pacientes con sospecha de enfermedad coronaria.
Como la alteración de la contractilidad cardíaca es una manifestación más precoz de la presencia de enfermedad coronaria que el dolor torácico o los cambios electrocardiográficos, la ecocardiografía de ejercicio se considera más fiable desde el punto de vista diagnóstico que la ergometría convencional.
Además, a diferencia de otras técnicas de diagnóstico por imagen -como el SPECT o la ecocardiografía de estrés farmacológico-, la ecocardiografía de ejercicio es más barata, rápida y segura, ya que no utiliza radiación ni requiere la administración de ninguna medicación. Otra diferencia en la técnica usada por estos investigadores con respecto a otras es la realización del ecocardiograma en el pico del ejercicio.
Según explica el director del estudio, este trabajo ha demostrado que la ecocardiografía de ejercicio aporta "un valor pronóstico incluso en los pacientes con ergometrías normales, por lo que su papel debería ser mayor en estos pacientes, a quienes permitiría beneficiarse de un tratamiento más precoz y adecuado".
Otros estudios
Tras este estudio, el equipo de Bouzas realizó otro en la misma linea, publicado recientemente en el 'European Health Journal'. En este último trabajo demostró la eficacia de realizar los cardiogramas cuando el paciente está caminando en lugar de cuando ya está en descanso.
"Realizar esta prueba cuando el paciente está a punto de parar por agotamiento consigue más sensibilidad para detectar alteraciones de la contractilidad del corazón que en reposo, donde ya puede estar recuperado de la isquemia. Esto tiene la ventaja de ayudar a detectar a pacientes que, en reposo, no podrían ser detectados, por lo que tendrían peor pronóstico", asevera.
La revista 'Journal of the American College of Cardiology' publicó en 2009 además un editorial destacando las ventajas de la ecocardiografía de ejercicio sobre la ergometría convencional y planteando la cuestión de si la ecocardiografía de ejercicio debería ser la técnica diagnóstica de primera elección en pacientes con sospecha de enfermedad coronaria.
Entre los ganadores del premio 'Paper of the Year' en ediciones anteriores se encuentran investigaciones como el estudio sobre la estructura genética de las poblaciones humanas publicado en 'Science' en 2002; el estudio sobre la caracterización genética del virus de la gripe de 1918 publicado en 'Nature' en 2005; los estudios sobre la vacuna contra el rotavirus publicados en el 'New England Journal of Medicine' en 2006 o el estudio sobre el efecto nocivo de los antidepresivos en niños publicado en 'Lancet' en 2003.
5 de septiembre de 2010
El corazón es la sala de máquinas del cuerpo, responsable de bombear la sangre que mantiene la vida a través de una red de vasos de 97.000 kilómetros de longitud. El órgano funciona incesantemente, latiendo 100.000 veces al día, 40 millones de veces al año -registrando en total 3.000 millones de latidos durante una vida media. Suministra constantemente al cuerpo oxígeno y nutrientes, a la vez que retira materia de desecho dañina.
El corazón fetal pasa por varias etapas diferentes dentro del útero, primero parece el corazón de un pez, después el de una rana, que tiene dos cavidades, a continuación el de una serpiente, con tres, antes de adoptar finalmente la estructura de cuatro cavidades del corazón humano.
Con un tamaño aproximado del puño cerrado de su propietario, el órgano se encuentra en medio del pecho, detrás del esternón y entre los pulmones, en una cavidad humedecida que está protegida a su alrededor por la caja torácica. Está formado por un tipo de músculo especial (músculo cardíaco) que funciona de modo involuntario, de forma que no tenemos que preocuparnos de ello. El corazón se acelera o ralentiza automáticamente en respuesta a las señales nerviosas del cerebro que le indica cuánto esfuerzo debe realizar el cuerpo. Normalmente el corazón se contrae y relaja entre 70 y 80 veces por minuto, y cada latido llena las cuatro cavidades interiores con un nuevo flujo de sangre.
Estas cavidades forman dos bombas independientes a cada lado del corazón, que están divididas por un tabique muscular denominado septo. La cavidad superior a cada lado se llama aurícula. Está conectada a través de una válvula de cierre con la cavidad inferior más grande y potente, o ventrículo. El ventrículo izquierdo bombea con más fuerza, siendo ese el motivo por el que el latido de una persona se siente más en el lado izquierdo del pecho.
Cuando el corazón se contrae, las cavidades disminuyen de tamaño, haciendo que la sangre salga primero de la aurícula y entre en los ventrículos, después desde cada ventrículo pasa a un gran vaso sanguíneo conectado a la parte superior del corazón. Estos vasos son las dos arterias principales. Una de ellas, la arteria pulmonar, toma sangre de los pulmones para recibir oxígeno. La otra, la aorta, transporta sangre recién oxigenada al resto del cuerpo. Los vasos que llevan sangre al corazón son las venas. Las dos venas principales que se conectan al corazón se denominan vena cava.
Suministro de sangre
Como el corazón se encuentra en el centro del sistema de suministro de sangre, también es central para la vida. La sangre transporta el oxígeno de los pulmones a los demás órganos y tejidos y retira dióxido de carbono de los pulmones, donde se expulsa el gas. La sangre también distribuye la nutrición del sistema digestivo y las hormonas de las glándulas. Asimismo, las células del sistema inmunológico viajan por el flujo sanguíneo, buscando infecciones, y la sangre lleva los productos de desecho del cuerpo a los riñones y el hígado para separarlos y desecharlos.
Teniendo en cuenta las innumerables funciones esenciales del corazón, parece adecuado cuidarlo. Sin embargo, las enfermedades cardíacas han aumentado de manera constante en el siglo pasado, especialmente en los países industrializados, debido en gran parte al cambio de dieta y estilo de vida. Se han convertido en la causa principal de fallecimiento de hombres y mujeres en los Estados Unidos, cobrándose casi 700.000 vidas al año, o el 29 por ciento del total anual. En todo el mundo, 7,2 millones de personas mueren de enfermedades cardíacas cada año.
Muerte súbita cardiaca
La muerte súbita cardiaca se da al producirse una parada cardiaca inesperada y repentina sin una causa aparente, al tratarse de personas consideradas como sanas. El fallecimiento en este caso se produce en la primera hora posterior al inicio de los síntomas, aunque actualmente se discute sobre la posibilidad de ampliar esta consideración temporal a 2, 6, 12 y 24 horas, ya que la posibilidad de reanimar al paciente debe contraponerse al hecho de que en no pocas ocasiones la parada cardiaca se produzca en ausencia de testigos que puedan realizar las correspondientes maniobras de reanimación cardiopulmonar.
Causas y síntomas
Se considera que la causa más importante de la muerte súbita cardiaca es la fibrilación ventricular, que se caracteriza una arritmia que hace que el corazón no pueda contraerse con normalidad y, por tanto, sea incapaz de generar un latido eficaz, de modo que la tensión arterial se anula y deja de bombear sangre al cerebro y el resto del organismo, dañándoles con una gravedad que dependerá del tiempo que dure la parada cardiaca. De ahí los dos primeros síntomas más importantes, pérdida del pulso y del conocimiento, a los que siguen la parada respiratoria y el cambio de coloración de la piel que se torna azul a consecuencia de la cianosis.
Sin embargo, la fibrilación ventricular no es la única causa posible de la muerte súbita cardiaca, ya que cuando se trata de corazones sanos es una circunstancia muy rara. En personas mayores de 35 años hay que señalar al infarto de miocardio como principal responsable y en los más jóvenes la existencia de alguna patología cardiaca preexistente y no diagnosticada (alguna malformación congénita, por ejemplo).
Sin embargo, la fibrilación ventricular no es la única causa posible de la muerte súbita cardiaca, ya que cuando se trata de corazones sanos es una circunstancia muy rara. En personas mayores de 35 años hay que señalar al infarto de miocardio como principal responsable y en los más jóvenes la existencia de alguna patología cardiaca preexistente y no diagnosticada (alguna malformación congénita, por ejemplo).
Factores de riesgo
Existen diferentes factores de riesgo asociados a la muerte súbita cardiaca. El primero es la edad, con dos franjas etarias: entre el nacimiento y los seis meses de edad –a lo que se denomina muerte súbita del lactante– y entre los 45 y 74 años. En este último se baraja la cardiopatía isquémica como factor de riesgo, si bien su importancia disminuye según aumenta la edad.
Otro factor de riesgo viene determinado por el sexo, ya que la muerte súbita es más frecuente en los varones que en las mujeres. Y a éste hay que sumar la existencia de factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, obesidad o tabaquismo).
En lo que respecta a la actividad física, mientras que si se practica de forma moderada es un factor protector frente a la cardiopatía isquémica una actividad intensa puede desencadenar la muerte súbita, aunque la incidencia por esta causa es muy baja.
También algunos fármacos y drogas pueden inducir un cambio de la actividad eléctrica cardiaca y provocar una arritmia ventricular que desencadene la muerte súbita.
Otro factor de riesgo viene determinado por el sexo, ya que la muerte súbita es más frecuente en los varones que en las mujeres. Y a éste hay que sumar la existencia de factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, obesidad o tabaquismo).
En lo que respecta a la actividad física, mientras que si se practica de forma moderada es un factor protector frente a la cardiopatía isquémica una actividad intensa puede desencadenar la muerte súbita, aunque la incidencia por esta causa es muy baja.
También algunos fármacos y drogas pueden inducir un cambio de la actividad eléctrica cardiaca y provocar una arritmia ventricular que desencadene la muerte súbita.
Tratamiento
Hay un tratamiento muy eficaz para evitar el fallecimiento del paciente, aunque debe ser aplicado de forma inmediata: la desfibrilación cardiaca mediante la aplicación de una descarga eléctrica con un desfibrilador, un dispositivo que cada vez es más frecuente encontrar en lugares públicos de gran afluencia. También se pueden realizar maniobras de reanimación cardiorrespiratoria, aunque siempre hay que tener en cuenta que el pronóstico y la posibilidad de reanimar al paciente dependerá del tiempo transcurrido entre el momento en que se produce la parada cardiaca y la aplicación del desfibrilador o la realización de las maniobras de reanimación. De hecho, cuanto mayor sea este lapso de tiempo, mayor es el riesgo de que se hayan producido daños cerebrales irreversibles.
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